Números árabeالأرقام العَرَبِيَّة -2-  

Alfabeto árabeالأبجَدِيَّة العَرَبِيَّة -1-  

El alfabeto árabe consta de 28 letras. el árabe se escribe de derecha a izquierda y la escritura árabe es la misma en todos los países árabe,
No existen las mayúsculas
Las letras del alfabeto árabe no utilizan el sistema de vocales como lo tenemos nosotros, cada letra es un sonido consonante, totalmente diferente a las lenguas europeas, para poder aplicar estas vocales, el árabe utiliza unos signos llamados harakát, estos signos no tienen mucho uso en la escritura, por lo mismo es necesario conocer las reglas gramaticales, ya que sin ningún conocimiento de esto no es posible leer un texto árabe que no las tenga. así estas vocales cortas "son signos que van arriba o abajo de la letra.

viente más populares de los musulmanes encabezaban primeros en la lista intelectaulesمسلمون يتصدرون قائمة عشرين مثقفا الأكثر شعبية بالعالم  


تصدر عشرة مسلمين قائمة من مائة مثقف عالمي، تعتبرها مجلة فورين بوليسي الأكثر تأثيرا وشعبية على مستوى العالم.
وقد جاء بالمركز الأول العالم التركي فتح الله كولين المقيم بالولايات المتحدة منذ أن هرب من بلاده عام 1999 بعد توجيه اتهام له بتقويض العلمانية.
وتصف المجلة هذا العالِم بأنه زعيم روحي يدعو إلى حياة مبنية على المنهج الإسلامي المعتدل, وأن لديه شبكة دولية من ملايين الأتباع.
وجاء ثانيا البنغالي محمد يونس صاحب تمويلات المشاريع الصغيرة التي استفاد منها سبعة ملايين شخص، وأحرز من خلالها هذا الناشط جائزة نوبل للسلام.
وحل ثالثا العالم والداعية يوسف القرضاوي الذي عرفته المجلة بأنه ضيف برنامج الشريعة والحياة بقناة الجزيرة، وأنه الأب الروحي لجماعة الإخوان المسلمين.
محمد يونس راعي مشروع بنوك الفقراء في بنغلاديش (الفرنسية-أرشيف) وضمت قائمة العشرة على التوالي الكاتب التركي الحاصل على جائزة نوبل بالآداب 2006 أورهان باموك، والمحامي والناشط السياسي الباكستاني إعتزاز إحسان, والداعية المصري عمرو خالد, والبروفسور الإيراني عبد الكريم سروش، والفيلسوف السويسري طارق رمضان، وعالم الإنثروبولوجيا الأوغندي محمود ممداني, والمحامية وناشطة حقوق الإنسان الإيرانية شيرين عبادي.
وجاء عالم اللسانيات والناشط الأميركي الذي تصدر نفس اللائحة العام الماضي نعوم تشومسكي حادي عشر، ثم السياسي الأميركي والناشط في مجال تغير المناخ آلبرت آل غور.
أما بقية القائمة فشملت المؤرخ البريطاني برنارد لويس، والروائي الإيطالي أومبرتو إيكو, والناشطة الصومالية الهولندية إيان هيرسي علي، وخبير الاقتصاد الهندي آمارتيا سين, والكاتب الصحفي الأميركي فريد زكريا, والناشط الروسي غاري كاسبروف، وعالم الأحياء البريطاني ريتشارد داوكينز, والروائي البيروفي فارغاس يوسا، والمعلق الأميركي الساخر ستيفن كولبرت.

poeta:SAMIH AL QASIMالشاعر سميح القاسم  

ALFABETO DE LA VIDA

Mim

Mi alegría de ti

No me otorga felicidad.

Que mi tristeza por ti

Me la otorgue.

Ya

Oh dispersión eterna,

Te abrazo,

Me convierto en ti

Y me balanceo al borde de la locura,

Ruiseñor en la tempestad,

Tempestad en la fiebre,

Al borde de la locura.

¿Quién soy yo para soportar toda esta pasión?

Deslízate, pie,

Y que la oscura lila goce

De mi recuerdo estallado

En el abismo de la locura.

La

Entre el alba y el alba estaremos solos,

Tu pudor angelical estará con nosotros,

Frente a mi osadía,

El mundo estará con nosotros

Y estaremos solos.

Entonces, ¿eso es el amor?

Al alba

La tibieza de tu cuello sobre mi brazo me despierta,

Un mechón de tu cabello fino tiembla

En el jazmín de tu respiración,

Tu respiración rítmica cual plegaria.

Hundo mi rostro en tu regazo y lloro.

Que las mariposas y los pájaros vengan

A vivir con nosotros,

Que el cristal de la ventana y la ventana sepan,

Que el pequeño limonero y el jardín del cielo sepan,

Que el mundo entero sepa que vivimos.

Con las manos unidas,

Hemos traspasado el milagro con el milagro.

Dal

Cuando paso junto a ellos

La gente se burla de mis murmullos

Y de mi risa,

Se compadece del viandante extranjero

Y reza una oración por mi juventud

Perdida en la locura.

Perdonémosles, oh amada alejada de mí,

Porque ellos no te ven caminando a mi lado.

Perdonémosles, oh amada.

Ya

Entre la tarde y la tarde me quedo solo

Y se queda conmigo el valium tranquilizante,

Se queda conmigo el escandaloso Albinoni

Y me quedo solo.

Mi cuerpo está habitado por ti, alejada de mí,

Mi alma está fundida contigo por los siglos de los siglos.

Amén.

Como si jamás hubieras existido,

Como si existieras desde siempre,

Eso es el amor.

POETA:MAHMUD DARWISHالشاعر محمود درويش  


A MI MADRE

Añoro el pan de mi madre,

El café de mi madre,

Las caricias de mi madre...

Día a día,

La infancia crece en mí

Y deseo vivir porque

Si muero, sentiré

Vergüenza de las lágrimas de mi madre.

Si algún día regreso, tórname en

Adorno de tus pestañas,

Cubre mis huesos con hierba

Purificada con el agua bendita de tus tobillos

Y átame con un mechón de tu cabello

O con un hilo del borde de tu vestido... ç

Tal vez me convierta en un dios,

Sí, en un dios,

Si logro tocar el fondo de tu corazón.

Si regreso. Tórname en

Leña de tu fuego encendido

O en cuerda de tender en la azotea de tu casa

Porque no puedo sostenerme

Sin tu oración cotidiana.

He envejecido. Devuélveme las estrellas de la infancia

Para que pueda emprender

Con los pájaros pequeños

El camino de regreso

Al nido donde tú aguardas.

Del poemario: Enamorado de Palestina (1966)

Traducido del árabe por:María Luisa Prieto

إلى أمي

أحنُّ إلى خبز أُمي

وقهوة أُمي

ولمسة أُمي..

وتكبرُ فيَّ الطفولةُ

يومًا على صدر يومِ

وأعشَقُ عمرِي لأني

إذا مُتُّ،

أخجل من دمع أُمي!

خذيني، إذا عدتُ يومًا

وشاحًا لهُدْبِكْ

وغطّي عظامي بعشب

تعمَّد من طهر كعبك

وشُدّي وثاقي ..

بخصلة شَعر ..

بخيطٍ يلوِّح في ذيل ثوبك ..

عساني أصيرُ إلهًا

إلهًا أصير ..

إذا ما لمستُ قرارة قلبك !

ضعيني، إذا ما رجعتُ

وقودًا بتنور ناركْ ..

وحبل غسيل على سطح دارك

لأني فقدتُ الوقوفَ

بدون صلاة نهارك

هَرِمْتُ، فردّي نجوم الطفولة

حتى أُشارك

صغار العصافير

درب الرجوع ..

لعُش انتظارِك !

Ibn Hazim e Ibn Árabi de Murcia ابن حزم و ابن عربي من مورسيا  

Ibn Hazim e Ibn Árabi de Murcia
Amor sagrado y amor profano en el Islam
Son numerosos los estudios publicados sobre el Neoplatonismo del Renacimiento italiano y sus teorías sobre la imaginación, el amor y la memoria, pero que se sepa aun no se ha escrito y publicado en lengua castellana ningún trabajo que demuestre cómo el Neoplatonismo amoroso, tal como se manifestó en Italia, había sido desarrollado en Persia, en Siria y en España entre los siglos IX y XIII por sabios musulmanes.
Este estudio analiza la relación entre la mística de Ibn Hazm y de Ibn Arabi y sus doctrinas espirituales neoplatónicas sobre el amor y la imaginación, doctrinas paralelas en ambos pensadores, aunque con diferentes puntos de partidas.
El eje central de esta temática gira en torno a la íntima relación entre el amor humano y el amor divino; o quizás, debiéramos decir, las diversas formas que toma el amor divino, ya que, tanto para Ibn Hazm como para Ibn Arabi, el amor humano es sólo una expresión del amor divino.
Ibn Hazm
Abu Muhammad Alí Ibn Hazm fue un jurista, teólogo, genealogista y poeta nacido en Córdoba en 994 y fallecido en Casa Montija, Huelva, en 1064.
Gracias a su familia de origen muladí (hispanogodos conversos) que formaba parte de la alta burocracia cordobesa, Ibn Hazm recibió una excelente educación. Siendo aun joven, se vio involucrado en las turbulencias que pusieron fin al califato de los omeyas. Después de emigrar a Almería y Játiva, regresó a Córdoba y, desengañado de la política, se retiró a sus tierras. Allí, en una especie de exilio interior, se consagró al estudio de la ciencia jurídico-teológica.
Ibn Hazm escribió una de las obras cumbre de la literatura hispanomusulmana: “El collar de la paloma” (Tauq al-hamamah). Traducido en 1967 al castellano por el islamólogo Emilio García Gómez (1905-1995), este «tratado sobre el amor y los amantes» de raíz neoplatónica constituye una reflexión poética, y en parte autobiográfica, sobre las formas del amor profano y divino en la civilización musulmana. Escrita en una elegante prosa que se combina con el verso , aun mas especial es su obra “Sereno” ( Shouk) en versos repetitivos que canta al amor puro e idealizado, estas célebres obras influyeron considerablemente en las literaturas oriental y europea del Medioevo
Ibn Arabi
Abu Bakr Muhammad Ibn Alí Ibn Muhammad al-Hatimí al-Ta’i Ibn al-Arabi , llamado Muhiiuddín ("vivificador de la fe") y as-Sheij al-Akbar ("Gran Maestro"), conocido en Occidente por Abenarabí, nació en Murcia, al-Andalus, el 28 de julio de 1165. Sus estudios literarios juveniles transcurrieron en la campiña andalusí de Lora del Río y Carmona. Con el tiempo Ibn Arabi se convertiría en un sabio piadoso, un asceta admirable y un poseedor de carismas innumerables.
El ansia de saber condujo a Ibn Arabi a una prolongada vida peregrina a lo largo y a lo ancho de al-Andalus primero, del Norte de Africa (Marruecos y Tunicia) después, y a El Cairo y Jerusalem más tarde. Después de haber permanecido dos años de emociones espirituales en La Meca, plasmadas en su máxima obra, las «Revelaciones de La Meca» (Futuhat al-Makkiyya) visitó Anatolia, a Jerusalem y a El Cairo, otra vez La Meca, Anatolia, Bagdad, y retornando a Anatolia. Luego se trasladó a Damasco, donde en 1229 compuso «Los engarces de la sabiduría» (Fusús al-Híkam). Allí residiría hasta su deceso, ocurrido el 10 de noviembre de 1240. Su tumba, en la que después fueron enterrados dos de sus hijos, aun se conserva y recibe veneración. Sobre ella los musulmanes otomanos edificaron una madrasa en la que se guarda su sepulcro.
El pensamiento filosófico de Ibn Arabi es una suma de corrientes neoplatónicas y las tradiciones místicas andalusíes. La labor literaria de Ibn Arabi es vastísima, comprendiendo más de 400 manuscritos. Su Risalat al-Quds ("Tratado de la santidad") es una de las grandes colecciones hagiográficas del mundo musulmán que encierra un valor histórico excepcional para quien desee conocer la vida espiritual del Islam en los tiempos del filósofo y místico murciano. Muchas de estas obras han sido traducidas al castellano: La Alquimia de la Felicidad Perfecta, Editorial Sirio, Málaga, 1985; Viaje al Señor del Poder, Introducción del Sheikh Muzaffer Ozak Al-Jerrahi, Editorial Sirio, Málaga, 1986; Tratado de la Unidad, Editorial Sirio, Málaga, 1987; Guía espiritual: Plegaria de la Salvación-Lo Imprescindible-Terminología Sufi, Editora Regional de Murcia, Murcia, 1992; Los engarces de la sabiduría, Hiperión, Madrid, 1994; El secreto de los nombres de Dios, Edit. Reg. de Murcia, Murcia, 1996; Las iluminaciones de La Meca, Siruela, Madrid, 1997. Véase muy especialmente: Miguel Asín Palacios: Vida de santones andaluces. La Epístola de la santidad de Ibn Arabi de Murcia, Hiperión, Madrid, 1984; Claude Addas, Michel Chodkiewicz, Miguel Cruz Hernández, Roger Garaudy y otros: Los dos horizontes. Textos sobre Ibn al-Arabi, Edit. Reg. de Murcia, Murcia, 1992; Michel Chodkiewicz: Un océan sans rivage: Ibn Arabi, le Livre et la Loi, Seuil, París, 1992; Claude Addas: Ibn ‘Arabi o la búsqueda del azufre rojo, Edit. Reg. de Murcia, Murcia, 1996.
EL AMOR EN EL ISLAM
Siempre se ha hablado y se habla mucho de la doctrina del Amor en el Cristianismo y algunos escritores superficiales se han animado a decir que «el Amor no existe en el Islam». Nada más erróneo y alejado de la verdad. Por el contrario, el Islam posee una tradición riquísima sobre el Amor y que, como veremos, en realidad fue fuente de inspiración de corrientes cristianas de pensamiento en ese sentido en el Renacimiento italiano y en el llamado Siglo de Oro español.
Para el misticismo musulmán, todo amor en este mundo —hablando en términos metafísicos— es esencialmente divino; y esto es cierto tanto para el amor que una leona tiene por sus crías como para el de un oso por su pareja, sin mencionar objetos menos animados, tales como el amor de un árbol por la tierra que lo alimenta o el amor de cósmico que mantiene a los planetas en sus órbitas o hace que el sol brille con luz resplandeciente sobre todos los seres de este mundo nuestro. Lo que es verdad sobre el amor en este mundo también lo es para la Sabiduría y aun el Poder; todos emanan de sus raíces divinas en Dios, el Amor, la Sabiduría y el Poder Divino.
Para el contemplativo, el amor humano tal como se expresa en el acto conyugal no puede sino ser un reflejo del Amor Divino. Es más: el amante, la bienamada y el amor entre ellos —una vez reducidos a sus esencias ontológicas— son en realidad representaciones terrenas de principios celestes. ¿No es Dios el Amante Verdadero y Ultimo? ¿No es Dios el Bienamado por excelencia? ¿Y no es el Amor Divino la raíz del amor humano? El ver las cosas a otra luz no es sino el resultado del velo de ilusión con el que la Omnipotencia de Allah (Dios) ha cubierto la creación entera.
Ahora bien, existe una tradición islámica que se remonta al Sexto Imam de la escuela shií, Ÿa’far as-Sadiq (702-765), la Paz sea con él, —citada en la colección Al-Kafi fi'ilm ad-din, de Abu Ÿa'far Muhammad Ibn Yaqub al-Kulaini (m. 939), compuesta de 16.099 hadices—, y que expresa que hay tres clases de fe: la del temeroso, la del comerciante y la del amante.
La primera está supeditada al castigo, la segunda supeditada a la recompensa y la tercera al amor. Se considera a la primera la más débil.
A propósito de la segunda, es famoso el silogismo del filósofo y matemático francés Blaise Pascal (1623-1662), entre creer y no creer. Según Pascal es preferible creer en la existencia de Dios y obedecerlo, porque si uno no cree, y Dios existe, será finalmente castigado y perderá las recompensas; y si Dios no existe, de todos modos se evita la angustia de no creer y vive una vida sujeta a normas morales. Este razonamiento, como lo ha demostrado Asín Palacios en su obra, fue tomado por Pascal de un pensamiento de al-Gazzalí. A su vez, el místico persa lo extrajo de una enseñanza del sexto imam Ÿa'far as-Sadiq (P) cuando éste tuvo una conversación con un ateo.
Por último, la tercera fe o la del amante es la más fuerte y desinteresada, pues actúa sin ningún condicionamiento sino por el exclusivo amor a Dios.
Numerosos sabios musulmanes han desarrollado esta temática que se ha extendido al campo cristiano.
Rabi’a de Basora o Rabi’a al-’Adawiyya (713?-801) nació en Basora (Irak) en el seno de una familia pobre. Fue una mujer piadosa que a pesar de su belleza inusitada se despreocupó de la vida mundanal, dedicándose exclusivamente al ascetismo y gnosticismo del Islam. Poetisa, una de sus súplicas expresa su profundo pensamiento relacionado con la fe del amante:
«¡Oh mi Señor!, si Te adoro por miedo del Infierno,
quémame en el Infierno,
y si te adoro por la esperanza del Paraíso,
exclúyeme de él,
pero si te adoro por Ti mismo
no me apartes de Tu belleza eterna»
(Margaret Smith: Rabi’a the mystic and her Fellow-Saints in Islam, Cambridge, 1928, pág. 30).
El teologo y místico iraní al-Gazzalí (1058-1111), en su Ihiá 'Ulum al-Din ("Vivificación de las ciencias de la fe") concuerda con este pensamiento de Rabi’a y agrega: «... el que ama a Dios solamente como benefactor y no lo ama por Dios mismo, es evidente que lo amará con menos intensidad, pues que su amor dependerá tan solo de los beneficios que de El reciba, los cuales pueden ser muchos o pocos, y además, en el momento de la tribulación no podrá amarlo como en el de la prosperidad y bienestar; en cambio, si ama a Dios por Dios, es decir, porque merece ser amado en razón de sus perfecciones infinitas, por su hermosura, majestad y gloria, no aumentará ni amenguará su amor en función de los beneficios, muchos o pocos, que de El reciba».
La islamóloga Luce López-Baralt de la Universidad de Puerto Rico dedica un capítulo entero de su obra erudita Huellas del Islam en la literatura española. De Juan Ruiz a Juan Goytisolo (Hiperión, Madrid, 1985, Cap. V, págs. 99-117), para demostrar con múltiples análisis que la oración de Rabi’a es la fuente directa o indirecta del famoso soneto anónimo de fines del siglo XVI, o principios del XVII, atribuido indistintamente a San Ignacio de Loyola (1491-1556), a San Francisco Javier (1506-1552), a Santa Teresa de Avila (1515-1582), a Fray Luis de León (1527-1591), a San Juan de la Cruz (1542-1591) o a Lope de Vega y Carpio (1562-1635), y que comienza con el verso: «No me mueve, mi Dios, para quererte...».
El islamólogo español Miguel Asín Palacios (1871-1944) confirma su origen islámico en El Islam cristianizado. Estudio del «sufismo» a través de las obras de Ibn ‘Arabi de Murcia, Hiperión, Madrid, 1981.
Otra conocida súplica de Rabi'a expresa lo siguiente:
«¡Oh, Dios! Sea cual fuere la parte
de este mundo que me hayas asignado,
concédesela a tus enemigos; y sea
cual fuere la parte
del otro mundo que me hayas asignado,
concédesela a tus amigos. Tú ya eres
bastante para mí».
Igualmente, Ibn Arabi escribe:
«Tu deleitable paraíso o Tu suplicio
infernal es para mí cosa igual, pues
mi amor no cambia ni aumenta»
Ibn Hazm dice también: «Antes, por vuestro amor, ardía en mis entrañas un infierno; pero ahora empieza a parecerme un fuego de Abraham».
Rabi'a plantea este razonamiento: «¿Ofendes a Dios y aparentas amarle? ¡Esta es, por vida mía, una singular manera de argumentar! Si tu amor fuese sincero no le ofenderías, pues el amante siempre a su amado se somete».
Amor sagrado y profano
En el Islam las relaciones entre un hombre y una mujer son inseparables del amor a Dios, y están prescritas y son gobernadas por la Ley Divina. Los musulmanes, a diferencia de los puritanos modernos, no moralizan sobre «las partes y funciones naturales del cuerpo humano». La castidad es ante todo una disciplina de salvación, un Ÿihad, que corresponde a un modo de percepción que tiene poco o nada que ver con visiones negativas de la naturaleza o del cuerpo humano. En todo caso, con relación a la historia medieval española, sería interesante investigar hasta qué punto el Islam influenció y ayudó a desarrollar las tendencias eróticas dentro del judaísmo y del cristianismo. Los musulmanes andalusíes tienen tratados en que el «placer sexual» era visualizado como un deber religioso que hacía feliz a la Identidad Suprema que velaba por esta unión conyugal.
Uno de estos libros que tratan de la «ciencia o sabiduría del matrimonio» ('ilm al-nikah) ha sido traducido y comentado por Luce López-Baralt con el título de Un Kama Sutra español. El primer tratado erótico de nuestra lengua, Libertarias, Madrid, 1995.
Hay suficientes evidencias para creer que, aunque la poesía
de muchos poetas hispanomusulmanes no era considerada «sagrada», todavía retenía su valor ritual de conmover y transmitir un mensaje iniciático a su lector. La comprensión de una metafóra o de un símbolo involucrado mucho más que la mera habilidad de poder leer y escribir. El texto, en un sentido, debía convertirse en el lector. Ben Ammar de Silves (m. 1068), visir de Muhammad Ibn Abbad al-Mutamid de Sevilla (1039-1095), dice sobre la lectura:
«Mi pupila rescata lo que está en la página:
lo blanco a lo blanco y lo negro a lo negro».
Así, el motivo poético de una paloma portadora de un collar alude a una doctrina mística islámica: si bien es cierto que la paloma del alma tiene y es controlada por un «Amo Divino» que dispone de ella (Predestinación), ella será juzgada según sus propios actos (Libre Albedrío). El alma es libre de tejer su propio collar, su propio destino, pero ella no puede alterar la naturaleza misma del Ser que la engendró; si el destino de una gota es retornar al océano, el alma puede renunciar a ser gota para convertirse en océano, pero no puede disponer del océano. Dice Ibn Hazm: «las cosas todas son dádivas suyas (de Dios), ya que nosotros ni siquiera de nosotros mismos disponemos: somos suyos y a El nos encaminamos, pues toda cosa prestada ha de volver a quien la prestó».
Dentro del mismo clima espiritual, Ibn Arabi, siguiéndole los pasos a Ibn Hazm, en su poema místico Tarÿumán al-Ashwaq ("El Intérprete de los deseos ardientes"; cfr. The Tarjumân al-ashwaq, a collection of mystical odes by Muhyi'ddîn ibn al-'Arabî, editado y traducido por Reynold A. Nicholson, Oriental Translation Fund, New Series, Londres, 1911; véase también Kitab Dhakhâ'ir al-a'lâq, Sharh tarjumân al-ashwâq, Beirut, 1312 H.), revela el significado oculto del collar de la paloma. La paloma, dice, es «el espíritu universal, nacido de Dios y soplado en el hombre. Ella es descrita como portadora de un collar con referencia al convenio que El (Dios) depositó sobre ella». Dentro de un contexto islámico, el Ascenso Celestial (Mi'raÿ) del Profeta Muhammad (BPD), conocido como su Viaje Nocturno (al-Isra'), había establecido su importancia Transhistórica y Ejemplar de toda alma a su Verdad interior. Así, para que el alma fuera «colmada de todo bien» tenía que aprender el «lenguaje de los pájaros», o el lenguaje de los ángeles (Sagrado Corán, Sura 27, Aleya 16), que había sido la lengua del hombre primordial , el Profeta Adán (P) y que David le había enseñando a Salomón, la Paz sea con ellos.
Un tema fundamental en este drama es la tristeza: la enfermedad que padece la paloma del alma en exilio. Tanto la ciencia, la teología, la filosofía y la mística medieval ofrecen diversas perspectivas para comprender la tristeza, todas las vinculan con el amor: tristeza y amor van emparentados, son como dos flores mellizas —dijo una vez un poeta— que han nacido de un mismo tallo. Y si la religión de Muhammad (BPD) supo desarrollar una metafísica de la pena fue, probablemente, como diría Ibn Hazm, porque es sólo mediante la práctica del Islam (o de la Sumisión) que el género humano puede encontrar el Camino de la Unión y gozar de una vida renovada:
«Uno de los aspectos del amor es la unión amorosa, que constituye una sublime fortuna, un grado excelso, un alto escalafón, un feliz augurio; más aun: la vida renovada (al-haiá al-muÿaddada), la existencia perfecta, la alegría perpetua, una gran misericordia de Dios. Si no fuese porque este mundo es una mansión pasajera, llena de congojas y sinsabores, y el paraíso, en cambio, la sede de la recompensa y el seguro de toda malaventura, todavía diríamos que la unión con el amado es la serenidad imperturbable, el gozo sin tacha que lo empañe ni tristeza que lo enturbie, la perfección de los deseos y el colmo de las esperanzas» (Ibn Hazm: El collar de la paloma, O. cit., pág. 181).
La mujer puede ser fuente de concuspicencia o teatro donde el amante contempla los rostros de la Divinidad; el melancólico casto trata de ver más allá de las apariencias y de las envolturas existenciales.
Mientras todo melancólico amoroso es hechizado por la Imagen Bella (Avicena) de una mujer, sólo aquél que tiene conocimiento de causa «se une con ella, y nace el verdadero amor; pero si no distingue tras esa imagen nada afín a sí, su afección no pasa de la forma y se queda en el apetito carnal» (El collar, pág. 105). Cuando el alma se alimenta de la Imagen Ejemplar de la Belleza, el cuerpo debe ayunar porque, como recordaba Ibn Hazm, «El que, estaba ayunando, mira a una mujer hasta el punto de percibir los contornos de su anatomía, rompe el ayuno» (El collar, pág. 271).
Ayuno es abstinencia: castidad de ojos, circuncisión del corazón. «Mi amor» —dice Ibn Hazm— «es como un huésped que hizo alto en mi espíritu: mi carne es su alimento, mi sangre su bebida» (El collar, pág. 226).
El amante pasional que enferma de melancolía. Como un sediento en un desierto, suele ser esclavo del espejismo de la forma y suele terminar confundiendo las apariencias con la realidad. El sediento ve el brillo, pero no todo lo que brilla en el desierto del corazón es el agua que da la vida. Así, para Ibn Arabi, la sed eternamente insatisfecha del melancólico inspirado es, en el fondo, una parábola del deseo ardiente del Dios Incognoscible dentro del hombre:
«Esa imagen, el sediento cree que es agua. Ese juicio se debe a la sed que experimenta: si no tuviese sed no la tomaría por agua, pues el agua es objeto de su necesidad, hacia la cual se siente impelido, por ser lo que encierra el misterio de la vida. Mas cuando el sediento llega donde estaba la imagen, se encuentra que era nada, y al encontrar que era nada, encuentra en sí mismo a Dios, en lugar de agua. De modo que el sediento tendía, movido por los sentidos, al agua, mientras que Dios le hacía dirigirse, mediante el agua, hacia El, sin darse cuenta. Por tanto, astutamente Dios engaña a su siervo... privándole de los auxilios terrenos, para que sólo en El ponga su confianza... y encuentre en sí mismo a Dios, al sentirse privado del agua que se imaginó ver en espejismo puesto que que, al faltarle la ayuda de las criaturas, al cerrársele las puertas de sus deseos, se vuelve hacia Dios... Así obra Dios con sus amigos: los retorna hacia el, de grado y por fuerza» (Ibn Arabi: Fusus al-Hikam, The Wisdom of the Prophets, trad. Titus Burckhardt, Beshara Publications, 1975).
A pesar de los espejismos, sugiere Ibn Arabi, nadie ama más que a su Creador, porque, como decía Ibn Hazm, no hay sitio en el corazón para dos amados, y en asuntos de amor el que tiene dos religiones es infiel:
«Miente de juro quien pretende amar a dos,
como mintió Manes en sus principios.
No hay sitio en el corazón para dos amados,
ni lo que sigue a lo primero es siempre lo segundo.
Igual que la razón es una, y no conoce
otro Creador que el Unico, el Clemente,
uno es también el corazón y no ama
más que a uno, esté lejos o esté cerca.
Quien no es así, es suspecto en ley de amor
y está distante de la verdadera fe.
La religión no es más que una, la recta
y el que tiene dos religiones es infiel»
(El collar, pág. 130).
Las concepciones místicas y filosóficas neoplatónicas de Ibn Hazm e Ibn Arabi produjeron el fenómeno del «amor cortés» y «el amor platónico» en la literatura medieval cristiana. Ibn Arabi, por ejemplo, al llegar a la santa ciudad de La Meca en 598/1202 quedó prendado de la belleza y sabiduría de una joven persa llamada Nizam ("Armonía"), la hija del imam Abu Suÿa Zahir Ibn Rostem al-Isfahaní, que le producirá la inspiración para escribir años más tarde el poema místico Tarÿumán al-aswâq ("El Intérprete de los deseos ardientes").
El islamólogo francés especializado en sufismo y shiísmo Henry Corbin (1903-1978), dice sobre el particular: «Ibn Arabi se vio obligado a escribir él mismo una largo comentario a su Diwan para mostrar que la imaginería amorosa de sus poemas, así como la figura femenina central, son en realidad alusiones, según sus palabras, "a los misterios espirituales, a las iluminaciones divinas, a las intuiciones transcendentes de la teosofía mística, a los despertares provocados en los corazones por las admoniciones religiosas". Para comprenderle y no poner en duda su buena fe con una hipercrítica vana, hay que retomar aquí lo que podemos llamar el modo de apercepción teofánica, tan característico de la conciencia de los "Fieles de amor" que, sin esta clave, sería inútil tratar de penetrar el secreto de su visión. No podemos más que extraviarnos si preguntamos, como se ha hecho a propósito de la figura de Beatriz en la obra de Dante, si era una figura concreta, real, o se trataba de una alegoría... Cuando Ibn Arabi explica una referencia a la joven Nezâm, según sus propios términos, como alusión a "una Sabiduría (Sophia) sublime y divina, esencial y sacrosanta, que se manifestó visiblemente al autor de los poemas, con tal dulzura que engendró en él júbilo y alegría, emoción y arrobamiento"» (Henry Corbin: La imaginación creadora en el sufismo de Ibn Arabi, Ediciones Destino, Barcelona, 1993, pág. 166).
La islamóloga francesa Claude Addas en su biografía del sabio andalusí, coincide plenamente: «"Consuelo", "Fuente de sol", éstos son algunos de los nombres que el Sheij al-Akbar da a la que fue para él lo que Beatriz para Dante» (Claude Addas: Ibn Arabí o la búsqueda del azufre rojo, Editora Regional de Murcia, Murcia, 1996, pág. 215).
Sin embargo, existen antecedentes similares en el al-Andalus del siglo X. Por ejemplo, el poeta Ibn Darrach al-Qastallí hablando de lo que su Dama le revela, dice:
«Ella es como una orquídea de donde yo sólo tomo la
Belleza y el Perfume, porque yo no soy como las bestias
del campo, para quienes un jardin es sólo un lugar de comida»
(Citado por Robert S. Briffault: The Troubadours, Bloomington, Indiana University Press, 1965, pág. 28).
El poeta español Ruiz, Juan (c. 1283-c. 1350), también llamado Arcipreste de Hita, que escribió en la cárcel su «Libro del Buen Amor» (cfr. Luce López-Baralt: Huellas del Islam en la literatura española. De Juan Ruiz a Juan Goytisolo, O.cit., págs. 43-58) y el humanista italiano Giovanni Pico de la Mirándola (1463-1494) con su «Comentario a un poema de amor platónico» son algunos de los cultores cristianos de la obra iniciada por Ibn Hazm e Ibn Arabi.
Pero será Dante Alighieri (1265-1321) el máximo cultor de este dulce estilo nuevo (dolce stil nuovo). Veamos la simbología de la Bella Dama transformada en la Filosofía: «Como suele acontecer al hombre que va buscando plata que, sin pretenderlo, topa algunas veces con oro..., así yo, que buscaba mi consolación, encontré, además de remedio a mis lágrimas, palabras de hombres, de ciencias y de libros, con cuya consideración juzgaba en verdad que la filosofía, que era la dama de estos autores, de estas ciencias y de estos libros, era una cosa muy grande. Y me la imaginaba como una bella dama, y no podía imaginármela más que haciendo misericordia, por lo cual tan espontáneamente la contemplaba mi sentido de la verdad, que a duras penas podía apartarlo de ella. Y con esta imaginación comencé a andar hacia allá donde ella aparecía en toda su verdad, es decir, en las escuelas de los religiosos y en las disputas de los consagrados a la filosofía; de tal manera, que en el breve espacio de unos treinta meses comencé a experimentar su dulzura tan intensamente que su amor ahuyentaba y destruía en mí cualquier otro pensamiento» (El Convivio: II, XII).
Algunas versiones sobre la muerte de Ibn Arabi y su tumba
En Damasco se transmite desde hace varias generaciones y hasta nuestros días una leyenda que todo damasceno se cree en la obligación de contar cuando se menciona el nombre de Ibn Arabi. Sidi Muhiiddín, se cuenta, fue asesinado por un grupo de hombres pseudorreligiosos, a quienes habría declarado imprudentemente en el transcurso de una reunión: «El Señor que adoráis está bajo mis pies».
Los criminales, se dice, fueron severamente castigados y se decidió enterrar al Sheij al-Akbar en el lugar mismo en que había acaecido tan trágico suceso. Mas, cuando cavaron su tumba, se descubrió, en el lugar donde él había estado durante la reunión (es decir "bajo mis pies") un cofre lleno de oro. El Sheij había querido decir, pues, que esos santurrones hipócritas y corrompidos no adoraban en realidad más que los bienes de este mundo.
Tiempo después, se perdió la ubicación de su tumba. Sin embargo, el Sheij al-Akbar había pronunciado una vez ciertas palabras misteriosas que serían interpretadas en el siglo XVI cuando la ciudad de Damasco fue conquistada por el sultán otomano Selim I (g. 1512-1520) en 1517:
Idha dajala sin fi shin
zahara qabru Muhiiddín
«cuando penetre la sin (Selim) en la shin (Sham, nombre antiguo de Siria y de Damasco)
se manifestará la tumba de Muhiiddín»
El sultán Selim, impresionado por semejante tradición, hizo cavar en varios puntos de la ciudad hasta que se descubrió la tumba del sabio andalusí. Sobre ella se erigió un hermoso santuario y madrasa.

El Collar de la Paloma

Quisiera rajar mi corazón con un cuchillo,
Meterme dentro de él y luego volver a cerrar mi pecho,
Para que estuvieras en él y no habitaras en otro,
Hasta el día de la resurrección y del juicio;
Para que moraras en él durante mi vida y, a mi muerte,
Ocuparas las entretelas de mi corazón en las tinieblas del sepulcro.

Por ti tengo celos hasta de que te alcance mi mirada,
y temo que hasta el tacto de mi mano te disuelva.
Por guardarme de esto, evito encontrarme
y me propongo unirme contigo mientras duermo.
Así, mi espíritu, si sueño, está contigo,
Separado de los miembros corporales,
Escondido y oculto, pues para unirse contigo,
la unión de las almas
es mejor mil veces que la unión de los cuerpos.

Me concediste un amor que antes me negabas,
y me lo diste a manos llenas.
Pero en ese instante ya no tenía necesidad de él,
cuando, de dármelo antes,
hubiera llegado a las entretelas del corazón.
De nada sirve la medicina cuando se está a la muerte,
y, en cambio,
es útil quien da un remedio antes de la agonía.

Si mira, el que está vivo muere por su mirada.
si habla, dirías que se ablandan las piedras.
Es el amor como un huésped que hizo alto en mi espíritu:
mi carne es su alimento;
mi sangre, su bebida.

IBN JALDÚN: EL PRIMER SOCIÓLOGO DE LA HISTORIAابن خلدون المؤرخ و السوسيولوجي  

«El futuro y el pasado se parecen como dos gotas de agua»
Hace seiscientos años se manifestaba por primera vez una concepción científica y sociológica de la historia aunada con un profundo pensamiento teológico. El hecho ocurrió en el mundo islámico y el honor recayó sobre el polígrafo tunecino Ibn Jaldún, del que ofrecemos un perfil sumario junto con varias citas de su obra máxima, «Los prolegómenos a la historia universal», llamada en árabe al-Muqaddimah.

Uno de los más grandes historiadores de todos los tiempos y el primer sociólogo que registra la historia, Abu Zaid Abdurrahman Ibn Jaldún al-Hadramí, llamado Abenjaldún por los latinos, nació el 27 de mayo de 1332 en Túnez (por entonces capital de la Ifriqiyya) en el seno de una familia proveniente del Hadramaut, que vivió mucho tiempo en la Sevilla musulmana y cuyos miembros fueron prominentes funcionarios de las administraciones omeya, almorávide y almohade hasta 1228, año que emigraron a Ceuta.
Uno de sus antepasados fue el geómetra, astrónomo y médico sevillano Abu Muslim Ibn Jaldún (m.1057). El historiador cordobés Ibn Hayyán (987-1076) dice: «La familia Jaldún es hasta el presente una de las más ilustres de Sevilla. Ha brillado siempre por el elevado rango que ocupan sus miembros en los mandos militares y en las ciencias».

Ibn Jaldún tuvo una existencia bastante agitada. Cuando tenía quince años, la epidemia de peste bubónica conocida como «La peste negra» de 1347-1348, que se cobró más de cien millones de vidas solamente en Europa, se llevó a sus padres y causó estragos en Túnez.
Como consecuencia de una conspiración en la que participó contra el sultán mariní Abu ‘Inán (gobernó entre 1348-1358), fue encarcelado durante dos años (758-759 H./1357-1358). Estuvo al servicio de varios príncipes del Magreb y de al-Ándalus. Entre 1363 y 1374 conoció numerosas tribulaciones con altibajos en Fez, en Sevilla (embajador musulmán ante la corte de Pedro el Justiciero), en Granada, en Bugía y en Biskra (Constantina, Argelia), pasando sin cesar de una función política efímera a sus amados estudios. De este modo descubrió sobre el terreno el desmembramiento social y político del Occidente musulmán, lo que reforzaba su gusto por el estudio y la reflexión.

Muy impresionado por la muerte de su gran amigo y colega, el médico, historiador y místico granadino de la escuela shií, Lisanuddín Ibn al-Jatib (1333-1375), estrangulado en la cárcel de Fez (cfr. Emilio de Santiago: El polígrafo granadino Ibn al-Jatib y el sufismo, Diputación Provincial de Historia del Islam, Granada, 1986), se refugió durante cuatro años (776-780 H./1375-1379) en el castillo de Qalat-Ibn-Salama, en el sudoeste de Frendah (46 kms. al oeste de Tiaret, Orán, Argelia). Terminó entonces la primera redacción de su Muqaddimah. Regresó a la ciudad de Túnez, pero para enseñar y acabar la primera redacción de la llamada «Historia Universal» (en árabe Kitab al-‘ibar: "Libro de los bereberes").
Una intriga tramada por los celosos enemigos de su éxito, le obliga esta vez a marchar a Egipto, donde ocupará —también con numerosas vicisitudes— el cargo de Gran Cadí (Juez supremo) en la administración de los sultanes mamelucos burÿíes (1382-1517) de origen circasiano.

Posteriormente, residió un tiempo en Damasco (1399-1401) y durante el asedio de esta ciudad por los invasores mongoles (enero y febrero de 1401), salvó la vida gracias a la admiración que Timur Lang (1336-1405), llamado Tamerlán en Occidente, tenía por los sabios pero también a su sagacidad para tratar con semejante conquistador (cfr. David Nicolle: The Age of Tamerlane, Osprey, Londres, 1990). Finalmente, se estableció como magistrado en El Cairo y fue profesor de la Universidad de Al-Azhar. Falleció el 17 de marzo de 1406 y fue sepultado en el cementerio de los sufíes de esta ciudad.

La Muqaddimah
Su obra cumbre es el Kitab al-‘ibar ("Libro o Historia de los bereberes"). La misma se divide en tres partes, y una es su propia autobiografía (al-Ta’rif bi-Ibn Jaldún). La más famosa es al-Muqaddimah ("Los prolegómenos"), que ha sido traducida a todos los idiomas.
En esta introducción a su «Historia de los bereberes», también conocida como «Historia universal», Ibn Jaldún comienza por establecer las reglas de la crítica histórica que permiten fijar con certeza los hechos; entra el tema de su materia estableciendo la gran división entre pueblos de tribus nómadas y sedentarias; describe la formación de las ciudades, la influencia que ellas ejercen sobre sus habitantes, el nacimiento de todo poder por el espíritu del seno de la familia, la fundación de imperios y las causas de su decadencia; la naturaleza de los diferentes especies de reinos, del califato y del imamato, es decir, del poder temporal y del poder espiritual del califa.
La Muqaddimah fue redescubierta por los eruditos franceses Barthèlemy d’Herbelot (1625-1695), Antoine Isaac Barón Sylvestre de Sacy (1758-1838) y el austríaco Josef von Hammer-Purgstall (1774-1856), antes que otro galo, el académico Etienne-Marc Quatremère (1782-1857), hiciera la primera traducción completa en 1858 (el mismo año apareció en El Cairo otra edición por Nasr al-Hurini).
El barón irlandés William McGuckin de Slane (m. 1875) realizó una traducción que aun no ha sido superada (París, 1863-1868) y que respeta el estilo y las intenciones semánticas del autor tunecino mucho más que las recientes del islamólogo francés convertido al Islam Vincent Mansour Monteil (Ibn Khaldun: Discours sur l’histoire universelle, 3 vols., Beirut-París, 1967-1968) y de Franz Rosenthal en inglés (Ibn Khaldun: The Muqaddimah, an introduction to History, 3 vols., Princeton, 1958 y 1967).

La literatura acumulada desde el siglo XIX sobre esta Muqaddimah permite hablar de un fenómeno Ibn Jaldún. En el clima del Renacimiento árabe-islámico (Nahda), y especiamente a partir de la revolución nacionalista egipcia —23 de julio de 1952, derrocamiento del rey Faruk I (1920-1965)—, en los países musulmanes se recurre a Ibn Jaldún para ilustrar los recursos e ingenios de la civilización árabe-islámica frente a la agresión y colonización cultural (ghazw fikri) de Occidente. Es muy interesante al respecto la tesis de Aziz al-Azmeh presentada en Oxford: Ibn Khaldun in modern scholarship. A study in Orientalism (Londres, 1981).

Ibn Jaldún es tal vez uno de los primeros en analizar la historia desde un punto de vista sociológico y por eso su vida y su obra han sido objeto de numerosos estudios y han dado lugar a diversas interpretaciones. Sin embargo, el hecho de que hasta el momento presente no se cuente con una edición verdaderamente crítica de la Muqaddimah y del Kitab al-‘ibar es suficiente para probar la inconsecuencia de cuantos han multiplicado las disertaciones y las teorizaciones con fines más personales (ensayos e incluso tesis) o políticos (múltiples congresos y seminarios), que verdaderamente científicos.

Lo que equivale a decir que queda un gran trabajo a realizar para que Ibn Jaldún sea citado por la historia para interpretar e incluso juzgar la historia del Magreb y del Islam. Con mucha razón los autores serios e investigadores lo consideran «el padre de la sociología», «el fundador de la economía política» y «un hombres sin época».
Sobre el particular, la bibliografía asequible es vastísima (no menos de 854 títulos). Algunos trabajos recomendables son: P. Casanova: Un sociologue arabe au XIV siècle: Ibn Khaldoun (leçon de rentrée), París, 1910; N. Schmidt: Ibn Khaldun, Historien, Sociologist and Philosopher, Nueva York, 1930; José Ortega y Gasset:Abenjaldún nos revela un secreto, El Espectador, 8, Madrid, 1934; G.A. Astre: Un précurseur de la sociologie au XIV siècle: Ibn Khaldoun. Pub. en «L’Islam et l’Occident», París, 1947, págs. 131-150; J. Chaix-Ruy: Sociología y psicología de la vida social en la obra de Ibn Jaldún. Pub. En "Revista Mexicana de Sociología", XXI, México, 1955, págs. 7-14; M. Mahdi: Ibn Khadun’s philosophy of history, Londres, 1957; G.C. Anawati: Ibn Khaldoun, un Montesquieu Arabe. Pub. En "Revue du Caire, num. 223, págs. 175-191, y num. 226, págs. 303-319, El Cairo, 1959; M. Rabic: The political theory of Ibn Khaldoun, Leiden, 1967; Nassif an-Nassar: El pensamiento de Ibn Jaldún, FCE, México, 1980; Ibn Khaldun: Le voyage d’Occident et d’Orient, trad. del árabe presentada por Abd al-Salam Saddadi, Sindbad, París, 1980.

Sobre la educación
El Islam siempre fue y es equilibrio y armonía. Por eso, en el Sagrado Corán podemos leer: «No cabe coacción (imposición) en religión. La buena dirección se distingue claramente del descarrío» (Sura, 2, Aleya 256). Esto constituye una declaración de la libertad religiosa y del pensamiento emitida hace más de catorce siglos. Según este y otros apotegmas islámicos, la educación y la enseñanza deben ser impartidas con amor hacia los semejantes, apelando permanentemente a la pedagogía, a la idoneidad y a la comprensión, nunca a la arbitrariedad y a la compulsión.
Sobre cuál es la educación más apropiada y sus métodos, Ibn Jaldún tiene mucho que decir: «El uso de un excesivo rigor en la enseñanza es muy nocivo para los educandos, sobre todo si están todavía en la infancia, porque eso produce en su espíritu una mala disposición, pues los niños que se han educado con severidad... se hallan tan abatidos que su alma se contrae y pierde su elasticidad.
Tal circunstancia los dispone a la pereza, los induce a mentir y a valerse de la hipocresía, con el fin de evitar un castigo. De este modo aprenden la simulación y el engaño, vicios que se vuelven en ellos habituales y como una segunda naturaleza... He aquí el por qué los pueblos sometidos a un régimen opresivo caen en la degradación» (Ibn Jaldún: Al-Muqaddimah, O. cit., pág. 1003).

Sobre higiene y ecología
En el siguiente párrafo se puede comprobar el grado de conocimiento y percepción alcanzado por nuestro polímata y sus reflexiones sobre la calidad de vida, más propias de un científico de fines del siglo que de alguien de las postrimerías del siglo XIV:
«Para que una ciudad esté preservada contra las influencias deletéreas de la atmósfera, es necesario levantarla en un lugar donde el aire es puro y no propenso a las enfermedades. Si el aire es inmóvil y de mala calidad, o sí la ciudad está situada en las inmediaciones de aguas corrompidas, de exhalaciones fétidas o de pantanos insalubres, la infección de las cercanías se introducirá allí prontamente y propagará las enfermedades entre todos los seres vivientes que esa ciudad encierra» (Al-Muqaddimah, pág. 617).
Sobre los sabios musulmanes
Algo conocido por muchos pero rara vez mencionado es que la mayor parte de los sabios entre los musulmanes han sido de origen persa, turco y bereber (de al-Ándalus y el Magreb), incluso cristianos y judíos conversos. Basta con citar algunas especialidades y sus cultores principales para convalidar lo que afirmamos: en alquimia Ÿabir Ibn Hayyán (721-815) y Aidamur Ÿaldakí (m. entre 1349-1361); en arquitectura Mimar Sinán (1495-1588); en astronomía al-Farganí o Alfraganus (813-882), Nasiruddín at-Tusí (1201-1274) y Ulug Beg (1394-1449); en filosofía y medicina al-Farabí (870-950), Ibn Masarra (883-931), Haly Abbás (m. 994) e Ibn Sina o Avicena (980-1037); en geografía e historia Ibn Rustih (m. 910), at-Tabarí (839-923), al-Biruní (973-1050), Yakut ar-Rumí (1179-1229), al-Qazviní (1203-1283), Rashíd al-Din (1247-1318), Piri Reis (1465-1554) y Katib Çelebi (1609-1657); en matemáticas al-Juarizmí (m. 863) y Omar Jaiám (1048-1125); en mística y gnoticismo al-Suhrauardí (1154-1191) y Mullá Sadrá (1571-1640); en música Ziriab (789-857) y Qutbuddín al-Shirazí (1237-1311); en poesía Firdusí (940-1020), Attar, (1142-1225), Ÿalaluddín ar-Rumí (1207-1273), Sa'adi (1213-1283) y Yunus Emré (1238-1320); en teología al-Gazalí o Algacel (1058-1111); en crónicas de viaje Ibn Battuta (1304-1377) y Evliya Çelebi (1611-1684).

Este fenómeno es ampliamente certificado con lujo de detalles por nuestro inefable filósofo: «Es un hecho muy notable que la mayor parte de los sabios que se han distinguido entre los musulmanes por su talento en las ciencias, sean religiosos, sean racionales, eran extranjeros (no árabes). Los ejemplos inversos son sumamente raros, pues incluso los que de ellos son de extracción árabe difieren de este pueblo por la lengua que hablan, por el país en que fueron educados y por los maestros bajo la dirección de los cuales habían hecho sus estudios... He aquí la causa de este fenómeno.
Los muslimes de los primeros tiempos desconocían totalmente las ciencias y las artes porque su civilización simple y basta se había formado en el desierto. Se conformaban en aquella época con aprender de memoria las máximas de la ley divina, es decir los mandatos y prohibiciones de Dios... Cuando la conquista musulmana, las poblaciones sedentarias se componían de no árabes... y de gentes educadas al estilo de la vida sedentaria; seguían el ejemplo de los no árabes en todo lo que se relaciona con dicho género de vida, la práctica de las artes y el ejercicio de los oficios.
Aquellos pueblos eran perfectamente formados para ese tipo de civilización, habiéndose arraigado entre ellos durante el prolongado dominio de los persas. Los primeros maestros en el arte de la gramática fueron Sibawaih (m. 796), primero, luego al-Farisí (m. 987) y después az-Zadÿaÿ (m. 949). Los tres eran de origen persa, sin embargo, habían pasado su juventud en la práctica de la lengua árabe, ventaja que debían a la educación que recibieron y al trato con los árabes del desierto. Redujeron a sistema las reglas de esta lengua e hicieron de ella una rama de ciencia que habría de ser útil a la posteridad. Igualmente fue el caso de los hombres que memorizaban las Tradiciones (hadices) sacras y las conservaban en su retentiva, en gran provecho de los musulmanes, pues la mayoría de ellos pertenecían a la nación persa o se habían asimilado a ella por la lengua y la educación.
Todos los grandes sabios que han tratado los principios fundamentales de la jurisprudencia, todos los que se han distinguido en la teología dogmática, y la mayor parte de los que han cultivado la exégesis coránica, eran persas, como es bien sabido. No hubo en aquel entonces más que hombres de esta nación para consagrarse a la conservación de los conocimientos y a la tarea de ponerlos por escrito.
Hecho suficiente para demostrar la veracidad de la expresión atribuida al Profeta (BPD): "Si la ciencia estuviera suspendida en lo alto del cielo, algunos persas habría para alcanzarla". Los árabes, al salir de la vida nómada y convertirse en espectadores de aquella civilización y sus actividades, se hallaban bastante ocupados en el ejercicio de los mandos militares y en la administración, para recoger conocimientos científicos, y aun para darles la menor atención... Por lo tanto, encargaron ese ramo a los persas y los mestizos (es decir, las personas nacidas de padres árabes y madres no árabes, o viceversa).
Pues jamás dejaron de reconocerles el derecho a ejercerlo, puesto que eran de religión musulmana y les incumbían los conocimientos que se relacionan con ella... Lo que acabamos de exponer aquí muestra el por qué los hombres más versados en el conocimiento de la ley eran casi todos persas» (Ibn Jaldún: Al-Muqaddimah. O. cit., págs. 1008-1010).
Paradójicamente, «... de una familia de vieja ascendencia árabe emigrada a España y de allí al Magreb, Ibn Jaldún es uno de los escasos sabios árabes que disfrutan de una notoriedad universal» (Ahmed Abdesselem. Ibn Jaldún y sus lectores, FCE, México, 1987, pág. 9).

La esencia del pensamiento jaldún
El profesor emérito del departamento de Islam de la Universidad Autónoma de Madrid, Miguel Cruz Hernández (Málaga, 1920), nos brinda esta síntesis del pensamiento de nuestro sabio: «Ibn Jaldún es partidario de la vida ascética, un tanto forzada, de las tribus nómadas, que debe ser aplicada a todas las clases sociales. Así elogia a unos estudiantes inteligentes y virtuosos que sólo tomaban de alimento leche, ya que, por muy buenas condiciones que tenga un hombre, la buena vida, el lujo y la molicie, las hacen desaparecer; y ni siquiera basta la religiosidad para conservar al hombre en el camino recto. Ibn Jaldún distingue, además, entre la sumisión a una autoridad exterior y la obediencia a un ideal que se ha adoptado espontáneamente, como es el religioso.
La tiranía hace perder el espíritu de independencia, pero el acatamiento de la ley divina no; por eso los árabes que hicieron las grandes conquistas pudieron aceptar la disciplina religiosa sin perder su espíritu de independencia. Su unión les venía de adentro, del entusiasmo y sumisión a la ley religiosa, y no del temor a una autoridad. Pero posteriormente este poder moderador de la religión fue reemplazado por la fuerza de un partido determinado, lo que ocasionó la debilitación y caída del califato, que fue reemplazado por la monarquía. Con una gran agudeza Ibn Jaldún observa que el progreso, a pesar de ser deseable, trae consigo la corrupción y el despotismo; y al tener que elegir entre la servidumbre o la barbarie, se encuentra ante un grave dilema, ya que la independencia y la dignidad no son compatibles con la vida y el bienestar de las ciudades.

Para entender la postura de Ibn Jaldún hay que tener en cuenta su personalidad. A pesar de su cultura y vasta erudición, Ibn Jaldún no fue un hombre de estudio encerrado en su despacho, sino un hombre de acción que durante gran parte de su vida intervino en luchas y conspiraciones...

Era temerario y su carácter duro lo conservó hasta su vejez; siendo qadí maliki en Egipto, más de una vez fue destituido del cargo debido a este carácter inflexible. Esta fuerte personalidad se refleja en su obra, sobre todo en la objetividad con que enjuicia los hechos... que le llevará a decir que "la experiencia es una linterna que ilumina el camino recorrido"... La unidad histórica no la forman los individuos ni los estados, sino los grupos sociales homogéneos; los individuos concretos "protagonistas" de la historia no son conductores individuales de la masa, sino un "producto" engendrado por dichos grupos. No es la herencia, sino el medio social —dice Ibn Jaldún antes que Marx—, quien condiciona al individuo y los grupos sociales» (Miguel Cruz Hernández: Historia del pensamiento en el mundo islámico, Vol. 3: Del pensamiento de Ibn Jaldún a nuestros días. Alianza Editorial, Madrid, 1996, págs. 663-702).

El fenómeno social mejor estudiado por Ibn Jaldún es aquel que el propio historiador denominó assabiyya, o sea el espíritu de agnación y coligación de las tribus árabes y bereberes del desierto para permanecer íntegros, puros, sanos de mente y cuerpo, — alejados de la corrupción de las metrópolis—, en estado pleno de soberanía e independencia, que es uno de los principios fundamentales del Islam (veáse Al-Muqaddimah. O. cit., págs 275-329).

Cronológicamente, Ibn Jaldún fue contemporáneo del viajero Ibn Battuta (1304-1377), de los humanistas Francesco Petrarca (1304-1374) y Giovanni Bocaccio (1313-1375), del poeta Hafiz (1325-1389), de Eduardo el Príncipe Negro (1330-1376) —modelo inglés de caballero—, de los místicos al-Naqshbandí (1318-1388) y Ni'matullah al-Walí (1331-1431), del poeta Geoffrey Chaucer (1340-1400), de los historiadores al-Qalqashandí (1335-1418), Jean Froissart (1337-1410) y al-Maqrizí (1365-1442), del fraile franciscano converso al Islam Anselmo Turmeda llamado Abdallah al-Tarÿumán (1352-1432), y de acontecimientos como la Guerra de los Cien Años entre Inglaterra y Francia (1338-1453) y el surgimiento del imperio timúrida (1380-1497).

Cómo me convertí en musulmánكَيف أسْلَمَ الإسباني عُمَر Omar Ribas  

En el Nombre de Allah, el Clemente, el Misericordioso
Omar Ribas
Orígenes
Tengo 27 años. Nací en el norte de Catalunya, en Girona. Mis orígenes familiares, sin embargo, no están allí, sino en gran parte en el pueblo del Masnou, en la comarca del Maresme, de donde son dos de mis abuelos y mi padre. Mi madre es de Barcelona, su padre de Javalí Nuevo en Murcia y mi otra abuela de un pueblito muy pequeño cerca de Granollers, que se llama Samalús. Pertenezco, en cuanto a lo social, a la clase obrera. Mi familia es de orígenes cristianos aunque yo nunca haya visto religiosidad en mi padre, mi madre o mis abuelos. Sí que hay un cierto sentimiento de pertenecer a la tradición cristiana y catalana, pero poca cosa más. De pequeño, a causa del trabajo de mi padre, viví en Girona, en un pueblo cercano llamado Cassà de la Selva, en Ourense (Galicia), Berga (puerta de los Pirineos) y finalmente Sabadell, donde resido ahora.

infancia

¿Qué recuerdo de la infancia? Iba a colegios católicos (La Salle, Padre Feijóo y Escuelas Pías) y debo admitir que la religión me gustaba. Incluso iba a misa los domingos, cuando mis padres nunca han ido. Hacía la vida de niño de pueblo, con la "colla" (cuadrilla) íbamos a la piscina, a bañarnos a los ríos, a cazar pájaros, a tirarnos piedras con los niños de las otras "colles", íbamos a las montañas. Llegar a la ciudad de Sabadell fue para mí un disgusto grandísimo. Sabadell tiene casi 200.000 habitantes, y es una ciudad industrial. Mis queridas montañas quedaban lejos. Aquí los niños no cazaban pájaros ni se bañaban en los ríos. Aquí jugaban a basket y hacían el gamberro por las calles. En Sabadell conocí a un personaje que me ha marcado toda mi vida. Se trata de un sacerdote, padre escolapio, que se llama Calassanç Balagué. El Pare Calassanç (así le llamo yo) es un hombre sencillo. Vive intensamente su fe cristiana. Hace actividades sociales, visita a los enfermos, ayuda a quien puede. Escribe mucho. Él me enseñó (y me hizo coger el gusto) a escribir. De su mano escribí un poco en la revista de la Academia Católica de Sabadell y dirigía revistas escolares. Él me enseñó un modelo interiorizado de religión, a ir al fondo, a ver la profundidad de las enseñanzas religiosas. Me hizo descubrir que mi interior debía estar ocupado por Dios. Y sigue estándolo aunque ahora sienta que Dios se llama Allah. Llegaron los catorce años. Siempre en clase, con los amigos de la "colla" era el líder. Era el líder porque no me daba miedo desafiar a la autoridad y porque intentaba siempre unir a los compañeros. Eso desarrolló en mí un sentido muy elevado de la justicia. Si había un problema, yo hablaba con los profesores. Encabezaba pequeñas revueltas de clase. Me castigaban mucho. Copié muchos capítulos del Quijote, libro que a pesar de ser mi castigo quiero mucho.
Adolescencia
Los catorce años abren la puerta a la adolescencia. Con ella vino la rebelión, propiciada por ese sentido de la justicia del que hablaba antes. Los rebeldes del momento eran independentistas. Vi en televisión unas imágenes de violencia entre los antidisturbios y los independentistas al terminarse una manifestación por nuestra lengua. Se me encendió una luz. Tenía que estar con los independentistas. Pasé por las organizaciones Crida a la Solidaritat en Defensa de la Llengua, la Cultura i la Nació Catalanes y el Moviment de Defensa de la Terra. Mis planteamientos políticos fueron desarrollándose y madurando, a la par que dejé el mundo estudiantil para integrarme al del trabajo. El último año en el Instituto fue el de las huelgas estudiantiles de 1987. Estuvimos muchas semanas sin ir a clase. Ocupamos trenes, el teatro municipal de Sabadell, la Universidad Autónoma de Bellaterra junto a los estudiantes universitarios. Apareció una foto mía en el periódico local después de ocupar el teatro municipal. Como decía dejé los estudios para trabajar en el ramo del metal. A raíz de esto surgió en mi lo que los marxistas llaman "conciencia de clase". Me hice marxista, e ingresé en el Moviment Comunista de Catalunya (MCC), en el que estuve unos años como miembro sin encuadrar y finalmente como militante. El MCC era un partido vanguardista, leninista, que intentaba dirigir a la clase obrera a la revolución. Era un partido activista, por lo que había que trabajar en algún movimiento social. Yo me dedicaba a las movidas de jóvenes y el movimiento independentista. Mi pequeña rebelión contra el orden social existente tomó forma nueva el primer día que conocí a jóvenes punks. Yo soy de la generación del punk en España, con el rock radical vasco y las litronas por bandera. Descubrí un mundo de revuelta juvenil que venía de Inglaterra, que se puede resumir en vestir de forma anticonsumista, la provocación y la evasión con diversos tipos de drogas. Más tarde a todo eso se añadió la violencia callejera. El movimiento punk comprendía otras formas, que se desarrollaron con el tiempo. Una de ellas era el movimiento de los rude bwoys o skins antirracistas. Yo me decanté por ellos, porque era lo que más predominaba entre los jóvenes independentistas y por la música, que era la jamaicana (ska, rocksteady y reggae). Íbamos vestidos tal como lo hacían los rude bwoys ingleses en 1969, que a su vez era una copia a la inglesa de la vestimenta de los jamaicanos inmigrantes en Gran Bretaña. Surgió el tribalismo. Aparte de nosotros, aparecieron grupos de nazis con estética skin. En Barcelona había una banda muy peligrosa de ellos que se llamaban "Brigadas Blanquiazules". Eran una banda, medio reclutada, medio compuesta de jóvenes inocentes que tenían aspecto de fascista. Se dedicaban a drogarse y pegar a los jóvenes de aspecto más "progre", a los militantes izquierdistas, a los gays, los inmigrantes y a nosotros. Entramos en una espiral de violencia. Los medios de comunicación y las fuerzas de la seguridad en un primer momento quedaron un poco desorientados. Al aparecer los primeros muertos (porque las peleas eran con navajas, cadenas, palos, puños americanos) tomaron cartas en el asunto. Yo sufrí una agresión física a la edad de 17 años por parte de una banda fascista, junto a un amigo. Más tarde, fui amenazado de muerte por otros. También yo cometí actos violentos contra ellos. Teníamos mucho odio. No todo era ese odio. Montábamos "sound systems", unas fiestas estilo jamaicano. Escuchábamos música, bebíamos, le dábamos a la marihuana y el hachís. Yo tengo que admitir que era un sibarita de la hierba. En la búsqueda de autenticidad empezamos a buscar libros sobre Jamaica. Yo sabía inglés, y eso me daba una ventaja sobre los demás, porque entendía las letras de las canciones y podía procurarme libros. Finalmente, hicimos un "fanzine" (revista alternativa no comercial y no registrada). Era un fanzine de música caribeña y negroamericana con artículos en profundidad sobre la música que nos gustaba. A pesar de estar redactada íntegramente en catalán, vendíamos unos 600 números cada tres meses. Y eso es mucho para una publicación catalana de un tema tan concreto. Con la historia de la revista nos daban entradas gratis para ir a los conciertos. Y entrevistábamos a los grupos que venían a Barcelona. Fue mi primer contacto con una cultura no occidental: con grupos de reggae que llegaban de Jamaica. Aprecié mucho a las culturas africanas, y seguí leyendo. Lo que conservo de esta época son unos cuantos amigos, que son amigos de verdad, por las cosas que pasamos juntos. Vivimos unos ritos de iniciación particulares de la sociedad urbana industrial. Y es una iniciación durísima. También, por qué no admitirlo, desde entonces me siento muy cerca de lo jamaicano y lo africano.
El descubrimiento
Un día leí sobre Jimmy Cliff. Un cantante jamaicano que se hizo musulmán. Un tío que decía que la vida le cambió cuando leyó el Corán, y que lo bueno de la cultura afro-caribeña se encontraba en el Islam. Me quedé estupefacto. Yo seguía en el MCC, aunque siempre tenía mi pequeño recuerdo de Dios –cuando tuve problemas de violencia, por ejemplo, le pedía a Dios que me sacara de ello- y nuestra música, el reggae, le cantaba a Dios entre otras cosas. Pero a la religión que conocía necesitaba añadirle la lucha por la justicia del marxismo y la solidaridad de los rude bwoys y el sentimiento de la música jamaicana. Me compré un ejemplar de una edición económica del Corán traducida por Vernet para ver si me pasaba lo mismo que a Jimmy Cliff. Y vi muchas cosas en el Corán. Pero no me hice musulmán. Seguí leyendo. Leyendo sobre el Islam. Leí la autobiografía de Malcolm X escrita por Alex Haley. Eso me dio en el corazón. Me vi reflejado en muchas cosas con el hemano Malek el-Shabbaz (nombre islámico de Malcolm X). Cosas que cuenta en el libro sobre su vida me han pasado a mí. Leí más y más, me fui a la mili, que duró 18 días (estoy excluído del deber patrio), y mientras me hundía en la neblina de marihuana y la candenciosidad del reggae pensaba sobre Dios, el Corán, el Islam, los musulmanes, Malek el Shabbaz y Jimmy Cliff. Finalmente no pude más. El 26 de julio de 1992 fui a mi último concierto, fumé el último porro, la última cerveza y la última botella de whisky. Fue en Ripollet, en un concierto por la Autodeterminación, contra las olimpiadas y por la libertad de los presos independentistas. Ese día hablé con uno de los héroes de esta etapa de mi vida, el cantante de Negu Gorriak, que antes lo había sido del grupo Kortatu. Terminé con el que empecé. ¡Qué cosas tiene la vida! No sabemos cómo Allah dispondrá las cosas.
Conversión
Busqué direcciones de mezquitas de Barcelona. No me atrevía a ir por vergüenza. ¿Cómo iba a decir "quiero ser musulmán"?. Un jueves por la noche soñé algo raro. Alguien que identificaba con Jesucristo (el Profeta Aisa, que la paz sea con él) me decía "Ve a la mezquita". 7 de Agosto. Trabajé hasta las 11. Dije que iba al médico. Me fui a casa, me duché, llamé por teléfono al Centro Islámico de Barcelona y dije que quería ser musulmán. Me dijeron que fuera. Era viernes. Mi primer yuma. Oí el jotba (del que no enetendí nada) y vi como rezaban. Después me volvieron a preguntar que quería. Dije: "Quiero convertirme al Islam". Me dijeron: "¿Has leído el Corán?". Dije: "Sí". Uno dijo: "Te haremos un curso para que sepas lo que es el Islam antes de meterte". Dije: "No, tiene que ser ya". El imam, al ver mi resolución accedió. Nos sentamos en un rincón. Vinieron un grupo de hermanos sudaneses. Dije la shahada: era musulmán.
¿Qué me atrajo del Islam?
Para mí el Islam fue una revolución interior. Resolvía varios de mis problemas: De un lado, me aporta un monoteísmo sin adulterar. En este sentido, es una conclusión lógica del cristianismo de mis orígenes. He perfeccionado y purificado mi creencia religiosa. Otro aspecto es el del sentido de la justicia que siempre he tenido. El Islam es la religión de la Justicia, de la Justicia Divina. Justicia interior, entre los hombres, de Dios respecto al hombre. Además está la vivencia comunitaria del Islam, en esta sociedad atomizada y despersonalizada. Nada es impersonal en el Islam. Se respeta a la persona en grado extremo, los musulmanes tienen dignidad y conciencia comunitaria. Conciencia de que somos una misma cosa. Cuando das con creyentes sinceros e íntegros experimentas una comunicación con esa persona más allá de la amistad del dunia. Eres hermano de esa persona, hermano en Dios. Nada de lo que he visto en mi anterior forma de vivir se le parece. Finalmente, con el Islam he aprendido otra forma de vivir realmente natural. Nada está de más o de menos, nada es artificial. Es la forma de vida que corresponde al ser humano. Si estás en estado de Islam, estás en comunión con tu naturaleza, con el Universo entero, con Dios. Una vez, en Senegal, al ver la inmensidad de la sabana y del cielo azul de África sentí allí mismo la presencia de Dios y como los cielos y lo que había en la tierra le alababa. Desde entonces no puedo mirar un árbol sin que oiga su oración y su alabanza a Dios. Cada vez que voy a un país musulmán y visito la tumba de un santo musulmán para saludarle y pedir a Dios por él y por mí siento algo que no puedo describir, que se acerca mucho a una paz y una serenidad inmensas. Los hombres que han vivido el Islam en profundidad, y los que lo viven, están rodeados de esta paz y esta serenidad. Cada vez que rezo me siento ante Dios completamente desnudo. Esto es el Islam. Paz y unión con Dios.
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